Por: Manuel Rubén Trujillo
De la manera que Don Cervantes cerró la contra portada de su ópera prima, Teatro Nueva Era concluyó con la segunda temporada de “Aventuras de un Caballero Andante”.
Fueron dos temporadas colmadas de momentos especiales con Don Quijote y Sancho a la cabeza, y una puesta en escena llena de magia y color. Para la agrupación fue definitivamente una satisfacción poder presentarnos para un público tan importante como el infantil para quienes no habíamos trabajado desde la obra “Alfabeto para analfabetos”.
Cuentacuentos conducían la historia de este loco –o ¿quizá incomprendido? – Caballero a través de La Mancha, que con la idea fija de encontrar a su amada, derrotó a molinos – o gigantes – compareció ante reyes – ¿o posaderos? – y ayudó a pastores a recuperar a sus ovejas.
Hermosas doncellas saltaban al paso del Hidalgo de la Mancha; Duques pedían la cabeza de Sancho; Dulcinea creaba cartas de colores para su amado. Todo esto acompañado de una sutil música en vivo. La ambientación que aportaron las melodías fue clave en el desarrollo de la pieza.
De la pluma de José Alejandro España salieron trazos que quizá para los más versados lectores y más cultos escritores no forman parte de la obra original. Pero debemos admitir que la adaptación fue irrefutablemente genial, viva, alegre, con un humor sencillo pero inteligente, capaz de atrapar a niños y adultos por igual.La magia no sólo vino de la varita del mago malévolo, sino también de las risas y alegrías de pequeños espectadores sujetos a sus asientos, al tiempo que sus ojos estuvieron sujetos al escenario.
Además, magistrales actuaciones del mismo José A. España en el papel del Quijote, Andrés Muñoz como Sancho Panza, Lucía Toledo encarnando a Dulcinea, Andrea Pisani personalizando a Altisidora y Ramón Velásquez como el Mago Freston. Ellos por nombrar algunos de los actores que participaron y contribuyeron significativamente con la gran propuesta para niños.
La dirección a cargo de Jennifer Gásperi también tuvo un decisivo papel en el trabajo final ya que, bien sea dicho, cada movimiento de escenografía, cada cambio de escena y cada trabajo actoral fue guiado por ella. Ciertamente un sutil pero muy bien realizado trabajo de dirección permitió que el talento, la coordinación y la calidad actoral se juntaran y florecieran en el escenario.
Cada mejora, cambio y arreglo desde la primera función hasta la última fue justamente para ofrecer la mejor – con el perdón de Don Cervantes – y más divertida historia de caballeros que un niño pudiera disfrutar. La pieza evolucionó con el fin de estar a la altura de un público que está lleno de ilusión y fantasía, que transmitió a los actores y quienes reconocieron que les hacía falta revivir su niño interno para poder completar su trabajo actoral.
Con esta producción se resume el ciclo completo de un artista y su audiencia: descubrir el sentimiento que se produce entre actor y público, esa felicidad que se produce al actuar, la satisfacción de asistir a las tablas.En fin, ¿cómo describir la sensación que produce el abrazo de un niño, su admiración, su mirada y un beso de despedida? No tengo palabras.
Juzguen ustedes…Nos vemos en La Mancha… Adiós Quijote…
